Hace casi un mes que hemos vuelto. Ya estamos integrados. Hace días que nos hemos acostumbrado a los espacios reducidos, al ruido, tenemos internet en casa, volvemos a ir planchados, trabajamos y los niños van contentos a la escuela.
El niño ya ha dejado de buscar animales por todas partes como un desesperado, aunque cada día me explica si ha visto un caracol o un bicho bola. La niña no habla tan a menudo de las amigas americanas pero se acuerda de ellas. Yo añoro el verde y el azul de Florida, sigo pensando que este país está sobrevalorado y que Barcelona es preciosa pero escandalosamente cara.
De casa a casa… Ahora toca tolerar los inconvenientes y disfrutar de las cosas buenas.