En cuanto entramos a la piscina oímos que hablan castellano. Los niños dicen ¡Son españoles! ¡Son españoles!
Después de una hora en remojo parece que se conocen de toda la vida. La niña tiene 9 años. Están aquí por el trabajo de la madre y el padre se ha pedido una excelencia. Son de Bilbo. Acaban de llegar y se quedarán un año entero.
Vienen a casa a merendar. A estas alturas los niños no paran de reír. Los pequeños conectan rápido pero cuando son más o menos del mismo lugar todo es más fácil.
Decidimos seguir juntos un rato más.
Para llegar al restaurante de la cena los padres de la niña van en bici y ella viene en nuestro coche. Un cartón de reír. Se parten y nosotros también. ¡¡¡Aupa ai … más cualquier tontería!!!
Intentan del derecho y del revés que se venga a casa a dormir. Lo hemos pospuesto para más adelante. Ahora cada día se despiertan con la misma pregunta: ¿Hoy viene Noa a dormir?
La ilusión y la persistencia de los niños es infinita. Me encanta.