Me llaman de la guardería que el niño ha comido poco, que le duele la barriga. Estoy a cinco minutos. Cuando entro por la puerta dicen que no hacía falta, que sólo llamaban para informarme. Eso no es lo que me ha dicho Shanon de recepción pero no me importa. Debe ser la primera vez que recojo un niño de la escuela o la guardería sin que me suponga un quebradero de cabeza. ¡Qué gustazo! Cuando entro por la puerta enloquece. My mom! My mom!!! Lo veo estupendo. ¡Está tan contento! Es increíble. Cuando llegamos a casa me abraza.
– Es el primer día que tú y yo estamos en casa.
– Sí hijo. Me gusta mucho. ¿Te encuentras bien?
– Sí!
Corre arriba y abajo. Está mejor que yo. Nos sentamos abrazados en el sofá.
– Ahora sí que estoy bien mamá.
– Me alegro hijo.
Vivir sin horarios ni obligaciones que te aten de pies y manos es un privilegio inmenso.