Mi hija es buena.
Sí, a veces lleva la contraria, a menudo tenemos que recordale que baje el volumen, muy de vez en cuando hace la puñeta al hermano, la hemos castigado alguna vez y sabe hacerse la sorda como todos los niños pero, por encima de todo, tiene buen corazón.
Ella es la que cuando vuelves del médico se acuerda de preguntarte qué te han dicho; la que coge una manta para tapar al hermano si se duerme en el sofá; es la que te pregunta como te ha ido el cásting o la entrevista de trabajo. Ella es la niña que con 5 años te abraza fuerte cuando nota que no estás fina, la que sabe pedir perdón mirándote a los ojos y la que te explica por qué se ha enfadado.
Nosotros le transmitimos unos valores e intentamos que sea buena persona, pero tenemos que reconocer que nos lo pone tan fácil que nuestras aportaciones tienen poco mérito. Sabe hacer feliz a quien tenga cerca y le sale de forma natural. Es una lotería, toca lo que toca. A nosotros nos tocó el gordo.