Hoy he corrido una carrera. Parecía poca cosa, 5 km, 400 metros y poco desnivel. Creía que sería una cosa tranquila.
He sido la última. La última, última.
Tengo una mezcla de sensaciones, de satisfacción por haberla acabado y el enfado de que una treintena de personas me hayan pasado la mano por la cara. Es evidente que eran bastante mejores.
Me gusta ganar. Nunca gano corriendo, corro para moverme y porque me gusta. No hace falta ser la primera. De hecho cuando voy a una carrera los niños ya saben que lo haré tan bien como pueda en la linea de trote cochinero. ¡¡¡¿¿Pero última??!!!
Tengo ganas de llegar a casa y explicarles que me he frustrado, que sean conscientes que soy imperfecta, que no todo me sale bien, que con esta rabia tengo que conseguir medias horas para salir a correr más a menudo. Tengo que poner en práctica las teorías que les explico. Que al menos saquemos provecho de la decepción.