Muy farsante

Después del momento sandía… el momento siesta.

Repartimos tareas. Me toca el niño. La niña dice que quiere dormir en el sofá. Él se acaba el biberón con los ojos a media persiana. Hace pinta que será fácil. Lo estiro en su cama y me dice: Mano. Le doy la mano. La aprieta fuerte. Le cambia la respiración. Estoy saliendo de la habitación cuando de repente se incorpora y grita: ¡¡¡¡Mamáááááá!!!! No entiendo qué ha pasado. Los ojos como platos.

– ¡Mamá allí! ¡Cama no, allí!
– Es hora de dormir, tranquilo. Le doy un beso mientras se me ocurre una idea brillante. Cojo una almohada y me estiro al lado de la cuna. –Tengo mucho sueño, vamos a dormir-.

No tengo sueño pero estoy bastante a gusto. Paso la mano entre los barrotes para que la coja. Se pone de pie, se coje a la baranda y salta encima de mi mano. Cuando hace dos minutos que soporto la tortura he pensado que mejor seguir haciéndome la dormida. Seguro que se cansa. Juas. ¡Mamáááááá! ¡¿¿¿¿¿Mammmáááá?????! ¡Mammááááá aquí! Vuelve a saltar sobre la mano. Se sienta. Estira del cordón del muñeco que cuelga de la cama. Suena Over the rainbow. Es un tío ocurrente. ¿Mamáááá? ¿Oggggaaaaa? Está claro que mamá duerme profundamente. Calla. Revuelve.

Me temo lo peor. Pasa lo peor. Coje unos cd’s que cuelgan de la cama. Balbucea no sé qué y empieza a tirarme los cd’s. Tiene poca puntería. Vuelve a pisarme la mano. Salta. Salta más fuerte. Supersalta. Río por no llorar, pero río. No se da cuenta que río. Sigue buscando objetos que me puedan despertar. Hay un montón de tesoros en el mueble que está a los pies de la cama. Sonríe. Ha encontrado alguna cosa que le ofrece posibilidades. Se acerca. Siento su presencia encima de mi. Apunta… tira… El robot de peluche ha tocada mi almohada. Se ríe. ¡¡¡¡¡¡Mamáá!!!!!! Creo que puedo aguantar un poco más. Debe estar reventado. Caerá muerto de sueño en breve. Bebé. Ha cogido el muñeco feo. Hace un par de días que duerme con él. Éste no es de peluche. Me río. Una risa nerviosa. ¿Mammmá? ¿Preparados? ¿Listos? ¡Dispara! Directo a la cabeza. Tocada y hundida. Me levanto como si nada.

– Venga, vamos a dormir. Lo cojo y me lo llevo a mi cama. Trenta minutos más tarde ronca profundamente.

Me lo he ganado a pulso. Que se duerma y que me duela la mano.

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