Hacía muchos días que no estaba sentada en el sofá esperando que empezaran las noticias. No hay secreto, ha sido suerte. Porque cenar pronto, correr arriba y abajo sin fin, quedar con amigos y que las emociones agoten, no dormir en el coche de vuelta a casa, seguir jugando… parece que debería ser suficiente para que caigan rendidos. Pero todo el mundo sabe que los niños son todo menos matemática pura.
La niña se ha dormido en el sofá. El niño que no perdona una comida ha sido rápido haciendo el trámite y en cuanto ha acabado el yogur: ¡Cama! ¡Cama! Dicho y hecho. Un lujo. Un placer. Qué regalo cuando tienes tiempo para hacer algo más que de madre.