4 años

He leído que cada minuto nacen 300 niños en el mundo. Hace 4 años cuando faltaban 3 minutos para las 3, 300 padres y madres entre los que me cuento, vivimos uno de los momentos más especiales de nuestra existencia.
Es tan cursi como el montón de cursiladas que otros progenitores me habían dicho antes explicando el nacimiento de sus hijos. Te lo dicen y piensas que sí, que deber ser bonito, pero que necesitan potenciar aquellos recuerdos porque hace demasiado tiempo que no duermen y están agotados.

Pero no, lo mire como lo mire, dudo que pueda hacer algo mejor que haber tenido a mis hijos. El nacimiento de la niña fue el primero de estos dos instantes tan fuera de serie. Tenerla en tus brazos, verla, tocarla después de esperarla tantas semanas, viendo como crecía dentro de la panza, queriéndola cada día más.

Estoy tan cansada y tengo tanto sueño como los predecesores a los que se les iluminaban los ojos pensando en la fecha, el punto de partida para celebrar cumpleaños, para disfrutar viendo como se hacen mayores, que cada día son más ellos y menos tuyos, que la vida sigue su camino.

Y que dure.

Imagen de Isaiah K. Stephens.

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