La niña ha dado su primer concierto de Navidad.
Han pasado 6 horas y todavía tengo una sonrisa de tonta que no se me quita de la cara.
Podría relatar los detalles pero resumiendo: EMOCIÓN. Un no se qué que te llena, como cuando tu equipo de fútbol mete un gol o un libro te remueve por dentro. No es nada del otro mundo, un buen centro que acaba en gol, una historia que te llega y unos niños encima del escenario, intentando afinar villancicos, llenos de ilusión, contentos y satisfechos. ¿Qué más se puede pedir?