Primogénitos

Una obviedad, el primer hijo es el primero.

Tener hijos es increíble pero las primeras veces son muy especiales. Con el primero vives en una nube con una mezcla de ilusión, sueño, felicidad y cansancio.

Todo es nuevo, todo es para él, los besos, los abrazos, las sonrisas, las caricias, el tiempo, la atención… todo hasta que llega el segundo.

A partir de este momento el primogénito es destronado, ahora todo es compartir, cuesta entender que el tiempo, la atención, puede que también los besos y los abrazos se reduzcan aunque el amor se multiplique. Deja de ser el ÚNICO para ser el mayor, el que se tiene que portar bien, el que nota como las miradas de los desconocidos son para el nuevo, el tierno, el suave, el que toma el pecho y está muy enganchado a mamá, el que no sabe hacer nada pero molesta demasiado, al que quiere pero le sobra.

Por suerte esta cruz también tiene una cara.

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