Hace 5 años fui a la mejor fiesta del mundo, la de mi boda.
Entonces dijimos que 10 años más tarde lo volveríamos a celebrar. Aunque el deseo era y es compartir la vida hasta el final, nos parecía muy atrevido esperar 25 o 50 años para repetir el acontecimiento.
Lo que no nos podíamos imaginar es que a partir del momento que tienes hijos los aniversarios de boda se tendrían que celebrar, cada año, como lo que son, un gran triunfo.
Los niños llegan y necesitan toda tu atención. Son pequeños, dependientes, tienen otro ritmo y ocupan gran parte del tiempo, del tuyo, del que compartías con la pareja o del que disfrutabas con los amigos. Al principio vives en una nube, eres feliz, te llena tanto aquella criatura, te gusta tanto mirar a la pareja con esa mezcla de satisfacción y complicidad, que pasan unos meses hasta que te das cuenta que el eje de las conversaciones es la niña. No pasa nada pero os tenéis que reinventar, resituaros, reconoceros en la nueva faceta de padres. Después de esta fase todo va bien… hasta que llega el segundo hijo. Aquí ya puedes olvidarte de reinvenciones y de mandangas. Hay que quererse mucho y tener buena suerte.
Por eso, amigos y familiares que queráis hacer de canguro… sabéis que los niños son fantásticos. Con ellos os lo pasaréis muy bien y a mi me haréis muy feliz.
Imagen de Mr. Wonderful